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Artículos
By Susan Fitzgerald

El secreto de la fluidez

Las personas que se comunican en cinco o más idiomas se conocen como políglotas. Estudiar sus cerebros podría ayudar a comprender cómo adquirimos el lenguaje.

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Ilustración por Wesley Bedrosian

Susanna Zaraysky notó que tenía facilidad para los idiomas durante un intercambio estudiantil en Francia. “Trataba de copiar el acento francés y la gente me decía que sonaba perfecto”, cuenta.

De niña, Zaraysky estuvo expuesta a varios idiomas, inglés y ruso en casa, español en la radio y en la ciudad, pero el año en Francia despertó su interés por más idiomas. Zaraysky, quien reside en Cupertino, CA, y trabaja en Google, habla 8 idiomas con diferente fluidez, entre ellos portugués, italiano y el ladino de los judíos expulsados de España y Portugal durante el siglo XV, el cual aprendió cuando vivió en Bosnia. “Soy muy sensible al sonido y aprendo los idiomas que me gusta cómo suenan”, señala Zaraysky, quien ahora busca aprender Griego.

Las personas que, como Zaraysky, hablan varios idiomas, se les conoce como políglotas y, aunque no hay un número específico, cinco tiende a ser el número de idiomas que define a un políglota. Quienes perfeccionan 10 o más, se denominan hiperpolíglotas, aunque esa es una cualidad mucho menos frecuente.

“No creo que los políglotas seamos algo especial”, dice Zaraysky, quien señala que en Estados Unidos la mayoría de las personas son monolingües. “En otros lugares, como África o India, la mayoría son multilingües”. Además del idioma oficial, dominan dialectos tribales, regionales o de minorías.

Aprender de los eruditos en lenguaje

Aunque a Zaraysky no le impresiona, a los neurocientíficos que investigan el lenguaje sí les intriga. Mediante imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), miden la actividad cerebral de los políglotas para identificar si algo inusual explica su habilidad. Zaraysky se sometió a la prueba en Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Cambridge, y busca hacerlo en Université de Genève, en Suiza. En MIT, la fMRI midió su actividad cerebral (se miden cambios de oxígeno en sangre) mientras Zaraysky escuchaba palabras en idiomas que conocía y que no conocía, palabas sin sentido y mientras resolvía tareas no relacionadas con el lenguaje, como problemas matemáticos o patrones visuales. Las áreas del cerebro que procesan el lenguaje se “encienden” sólo cuando se escucha o lee un idioma conocido.

“Las redes del lenguaje en un políglota podrían ser diferentes”, explica Evelina Fedorenko, PhD, profesora de Neurociencias en MIT. En un estudio, ella y sus colegas encontraron que las redes en los políglotas (áreas en la corteza frontal y temporal del cerebro) eran más pequeñas que en las personas mono o bilingües. Una explicación posible es que sus redes son más eficientes y, por ende, requieren menos poder cerebral desde el comienzo, o mientras aprenden otros idiomas. 

“La afinidad por los idiomas no es natural en todos los políglotas”, señala la Dra. Fedorenko, quien hablaba seis idiomas antes de mudarse a Estados Unidos en su adolescencia. “Algunos creen que es una capacidad innata y otros que, aunque es difícil, dedican tiempo a practicar y aprender”. Incluso los políglotas disputan la idea de que se puede aprender un nuevo idioma sólo al escucharlo casualmente.

La investigación sobre políglotas pertenece a un área más amplia que investiga los procesos de la adquisición de un idioma, nativo o aprendido, durante la vida. Aunque, en general, se considera que el lenguaje es tarea de la red frontotemporal del hemisferio cerebral izquierdo, la fMRI revela que el derecho también participa. “Buscamos entender los cambios en la red del lenguaje y en las respuestas del cerebro a medida que se hablan más idiomas con diferente capacidad”, indica Saima Malik-Moraleda, candidata a doctorado del programa de Biociencia y Tecnología en lenguaje y audición de Harvard, y miembro del laboratorio de la Dra. Fedorenko.

Para medir la respuesta de su cerebro al lenguaje, los investigadores asignan a los políglotas tareas auditivas ya que no siempre pueden leer los idiomas que hablan, señala Malik-Moraleda, quien creció en un hogar multilingüe en Cataluña, España, y habla seis idiomas, incluido su nativo kashmiri, el cual comenzó a leer apenas hace un año. Moraleda también participa en un esfuerzo para revitalizar el kashmiri, una lengua hablada por 7 millones de personas en la región Kashmir de India.

Comprender el habla

Los neurocientíficos han considerado que el lenguaje funciona como un armario con cajones que se abren de forma individual (uno para sintaxis, otro para sonidos, otro para vocabulario, etc.), y que es un sistema multicapa en el que interactúan diferentes dominios del cerebro, explica Alessandra Rampinini, PhD, quien estudia políglotas en Université de Genève. “El lenguaje activa intensamente una porción grande del hemisferio izquierdo”, explica, “pero los procesos que participan en esa activación no sólo se basan en el lenguaje, también reciben apoyo de los sistemas de memoria, atención y motor del cerebro, lo cual significa que adquirir un idioma es una tarea compleja en la que participa todo el cerebro”.

Los investigadores esperan aislar algunos de los mecanismos del lenguaje para conocer más sobre cómo aprendemos, señala la Dra. Rampinini. Estudiar a los políglotas también serviría para mejorar los métodos de enseñanza de idiomas en escuelas o en programas comunitarios de idiomas secundarios. La Dra. Rampinini participa en la creación de un archivo de datos sobre los políglotas —sus aspectos de conducta y experiencia, estudios de imagen y muestras genéticas— que otros científicos podrán usar cuando estudien el lenguaje en el futuro.

Otra área de interés es lo que sucede en los políglotas con afasia por ataque cerebral u otras lesiones cerebrales. “Hay estudios en personas bilingües”, indica la Dra. Fedorenko. “Suelen afectarse los dos idiomas de forma similar”. Factores como la edad, la extensión y las áreas del cerebro afectadas, y la forma en que se adquirieron los idiomas también influyen, explica la Dra. Rampinini. “En general, el cerebro tiene plasticidad y eso implica que puede reestablecer conexiones después de una lesión”, señala. “En el lenguaje, en unas ocasiones las áreas homólogas del hemisferio derecho suplen la función perdida y, en otras, la persona no recupera la función porque la lesión fue demasiado extensa o profunda y dañó las vías de la sustancia blanca que comunican las áreas del cerebro donde se procesan los idiomas”.

Algunos casos recuperan un idioma cuando su procesamiento depende de otras áreas. Por ejemplo, si un idioma no es nativo y se basa más en procesos de memoria, puede regresar antes que la lengua materna si éste se procesa en las regiones dañadas por la lesión, explica la Dra. Rampinini. También pueden volver juntos cuando se procesan en las mismas regiones del cerebro y se rehabilitan con terapia del lenguaje. El paciente también podría optar por rehabilitar sólo el idioma que más utiliza y dejar de ser bilingüe.

En busca de una pasión

Para Zaraysky, aprender idiomas es como estudiar música. Escucha su melodía, ritmo, tono y otros elementos básicos y suele aprender cantando canciones sencillas o con programas de televisión, y también lo hace con métodos tradicionales.

“Aún tengo que estudiar gramática, aprender las formas de los verbos irregulares y las cosas complicadas”, cuenta Zaraysky, quien plasmó su experiencia en el libro Language Is Music. “Soy introvertida y antes de hablar, escucho”, señala. “Escuchar es un muy importante para aprender un idioma”. Sus habilidades son útiles cuando viaja, pero no le agradan las solicitudes para ser traductora o intérprete.

Jin Wu, antes investigadora en el estudio de políglotas en MIT, explica que su pasión y persistencia fueron claves para dominar sus idiomas. Aunque estudió francés en el bachillerato, no se interesó en los idiomas hasta que se desafió a leer la Biblia en sus idiomas originales: hebreo, griego y arameo. En un año aprendió siete idiomas con la aplicación Duolingo y ahora maneja 14 idiomas en diferentes niveles.

“Quiero tener fluidez en los 10 idiomas más importantes del mundo”, comenta Wu, entre esos idiomas se encuentran el portugués, mandarín, hindi y árabe. Registra sus avances en un sitio web personalizado con gráficas y dedica cinco minutos al día a uno de los idiomas usando técnicas de memorización. “Es sorprendente cuán lejos se puede llegar en cinco minutos”, menciona. Se esfuerza por sumergirse de lleno en el nuevo idioma.

Aprender idiomas es una meta en la vida de Wu. “Algunas personas se centran en lo que se les da bien, se dedican a ello toda su vida y evitan lo que no se les da bien”, comenta. Ella prefiere nuevos retos. “Hace poco terminé el curso de árabe de Duolingo y comencé a leer el Corán en árabe”, cuenta.